martes, 22 de marzo de 2011

DEMOCRÁCIA TOMAHAWK O NUEVA MODALIDAD DE AYUDA HUMANITARIA

A la conservadora cuenta de apenas medio millón de dólares por cada misil Tomahawk, la “ayuda democrática” al conflicto civil e interno de Libia ascendió a cerca de 56 millones en una sola jornada, luego de que el “abanderado pacifista”, premio Nóbel por  demás - otorgado anualmente por la fundación sueca como reconocimiento de méritos excepcionales- diera vía libre al desenfreno en busca de una mejor porción del pastel.
Por supuesto, que tanto los EEUU de América como sus compinches para la ocasión cuentan con pleno respaldo de la “salvaguarda” de este mundo, el Consejo de Seguridad de la ONU.
Y como era de esperar cuando se enfrentan tantos contra uno –le llamaban abuso cuando niños- y  con tanto despliegue de poder  tecnológico, esa primera fase salió “de maravilla” según afirmación del jefe del Estado Mayor de EEUU, el almirante Michael Mullen ante las cámaras de  la cadena de televisión ABC.
La operación El alba de la Odisea con EEUU e Inglaterra en el protagónico principal, no es una guerra en si misma, sino la secuencia de algo que comenzó hace mucho y que se imbrica como un todo con Hiroshima y Nagasaki, Guatemala en su momento, Vietnam, Republica Dominicana, Granada, Yugoslavia, Afganistán, Palestina e Irak, en un currículo cada vez más abarcador.

En esta última “incursión” cuya secuela mortal es aún inimaginable, en busca del átomo oculto introdujeron 288 ojivas Tomahawks, como para que la evidencia fuera mayor, y como verdaderos gendarmes cometen magnicidio, algo al que están bastante acostumbrados por supuesta enajenación, con lo que encubren el término conspiración en tierra propia.  

Para el emperador el desembolso de tamaña “conservadora” suma para una buena dosis de Tomahawk al pueblo Libio –quizá un castigo “justo” por dirimir sus interioridades en voz alta y la “acertada” mediación- puede que retrase los cien millones de dólares prometidos públicamente a Haití ante su estremecedora tragedia, cifra que deroga cada mediodía para sostener las guerras –entiéndase ocupación forzosa- de Irak y Afganistán. Pero para nada preocuparse, pues de lo ofrecido al cercano vecino del Caribe nada aún.

Con la “cuota de Tomahawk” asignada por los “gendármenes” del mundo en una sola jornada, otro gran mediador, el Banco Mundial, cubriría su contribución a las necesidades más urgentes de financiamiento a Haití que intenta recuperarse tras el terremoto del 12 de enero, agravado algo más por la generosa defecación en el Mirebalais de los misioneros nepaleses de las Naciones Unidas para la Estabilización en Haití (MINUSTAH), en definitiva nada comparado con  lo hecho a populi voz por el Secretario General y su Consejo de Seguridad. Con tales defensores, vaya, para qué tener enemigos.


DEMOCRÁCIA TOMAHAWK O NUEVA MODALIDAD DE AYUDA HUMANITARIA


A la conservadora cuenta de apenas medio millón de dólares por cada misil Tomahawk, la “ayuda democrática” al conflicto civil e interno de Libia ascendió a cerca de 56 millones en una sola jornada, luego de que el “abanderado pacifista”, premio Nóbel por  demás - otorgado anualmente por la fundación sueca como reconocimiento de méritos excepcionales- diera vía libre al desenfreno en busca de una mejor porción del pastel.
Por supuesto, que tanto los EEUU de América como sus compinches para la ocasión cuentan con pleno respaldo de la “salvaguarda” de este mundo, el Consejo de Seguridad de la ONU.
Y como era de esperar cuando se enfrentan tantos contra uno –le llamaban abuso cuando niños- y  con tanto despliegue de poder  tecnológico, esa primera fase salió “de maravilla” según afirmación del jefe del Estado Mayor de EEUU, el almirante Michael Mullen ante las cámaras de  la cadena de televisión ABC.
La operación El alba de la Odisea con EEUU e Inglaterra en el protagónico principal, no es una guerra en si misma, sino la secuencia de algo que comenzó hace mucho y que se imbrica como un todo con Hiroshima y Nagasaki, Guatemala en su momento, Vietnam, Republica Dominicana, Granada, Yugoslavia, Afganistán, Palestina e Irak, en un currículo cada vez más abarcador.

En esta última “incursión” cuya secuela mortal es aún inimaginable, en busca del átomo oculto introdujeron 288 ojivas Tomahawks, como para que la evidencia fuera mayor, y como verdaderos gendarmes cometen magnicidio, algo al que están bastante acostumbrados por supuesta enajenación, con lo que encubren el término conspiración en tierra propia.  

Para el emperador el desembolso de tamaña “conservadora” suma para una buena dosis de Tomahawk al pueblo Libio –quizá un castigo “justo” por dirimir sus interioridades en voz alta y la “acertada” mediación- puede que retrase los cien millones de dólares prometidos públicamente a Haití ante su estremecedora tragedia, cifra que deroga cada mediodía para sostener las guerras –entiéndase ocupación forzosa- de Irak y Afganistán. Pero para nada preocuparse, pues de lo ofrecido al cercano vecino del Caribe nada aún.

Con la “cuota de Tomahawk” asignada por los “gendármenes” del mundo en una sola jornada, otro gran mediador, el Banco Mundial, cubriría su contribución a las necesidades más urgentes de financiamiento a Haití que intenta recuperarse tras el terremoto del 12 de enero, agravado algo más por la generosa defecación en el Mirebalais de los misioneros nepaleses de las Naciones Unidas para la Estabilización en Haití (MINUSTAH), en definitiva nada comparado con  lo hecho a populi voz por el Secretario General y su Consejo de Seguridad. Con tales defensores, vaya, para qué tener enemigos.


DEMOCRÁCIA TOMAHAWK O NUEVA MODALIDAD HUMANITARIA

A la conservadora cuenta de apenas medio millón de dólares por cada misil Tomahawk, la “ayuda democrática” al conflicto civil e interno de Libia ascendió a cerca de 56 millones en una sola jornada, luego de que el “abanderado pacifista”, premio Nóbel por  demás - otorgado anualmente por la fundación sueca como reconocimiento de méritos excepcionales- diera vía libre al desenfreno en busca de una mejor porción del pastel.
Por supuesto, que tanto los EEUU de América como sus compinches para la ocasión cuentan con pleno respaldo de la “salvaguarda” de este mundo, el Consejo de Seguridad de la ONU.
Y como era de esperar cuando se enfrentan tantos contra uno –le llamaban abuso cuando niños- y  con tanto despliegue de poder  tecnológico, esa primera fase salió “de maravilla” según afirmación del jefe del Estado Mayor de EEUU, el almirante Michael Mullen ante las cámaras de  la cadena de televisión ABC.
La operación El alba de la Odisea con EEUU e Inglaterra en el protagónico principal, no es una guerra en si misma, sino la secuencia de algo que comenzó hace mucho y que se imbrica como un todo con Hiroshima y Nagasaki, Guatemala en su momento, Vietnam, Republica Dominicana, Granada, Yugoslavia, Afganistán, Palestina e Irak, en un currículo cada vez más abarcador.

En esta última “incursión” cuya secuela mortal es aún inimaginable, en busca del átomo oculto introdujeron 288 ojivas Tomahawks, como para que la evidencia fuera mayor, y como verdaderos gendarmes cometen magnicidio, algo al que están bastante acostumbrados por supuesta enajenación, con lo que encubren el término conspiración en tierra propia.  

Para el emperador el desembolso de tamaña “conservadora” suma para una buena dosis de Tomahawk al pueblo Libio –quizá un castigo “justo” por dirimir sus interioridades en voz alta y la “acertada” mediación- puede que retrase los cien millones de dólares prometidos públicamente a Haití ante su estremecedora tragedia, cifra que deroga cada mediodía para sostener las guerras –entiéndase ocupación forzosa- de Irak y Afganistán. Pero para nada preocuparse, pues de lo ofrecido al cercano vecino del Caribe nada aún.

Con la “cuota de Tomahawk” asignada por los “gendármenes” del mundo en una sola jornada, otro gran mediador, el Banco Mundial, cubriría su contribución a las necesidades más urgentes de financiamiento a Haití que intenta recuperarse tras el terremoto del 12 de enero, agravado algo más por la generosa defecación en el Mirebalais de los misioneros nepaleses de las Naciones Unidas para la Estabilización en Haití (MINUSTAH), en definitiva nada comparado con  lo hecho a populi voz por el Secretario General y su Consejo de Seguridad. Con tales defensores, vaya, para qué tener enemigos.